Motiva pensar que vivimos en un mundo simple que únicamente necesita de buenas ideas que lo mejoren, porque si algo caracteriza a nuestro mundo es eso, la total libertad para ser mejorado. ¡Hagámoslo! Construyamos una sociedad igual para todos y sin engaños, de manera que sea un poco más justa para todos cada día. Cambiemos el mundo, aunque solo estemos basados en unas ilusiones infundadas.

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"Si puedes imaginarlo, puedes hacerlo." Walt Disney.

viernes, 19 de agosto de 2011

Comunismo, bonita utopía.

El comunismo, ese curioso sistema político, social, económico y administrativo al que algunos aman y tantos temen. Pesadilla del mundo capitalista, este concepto se ha visto asociado a dictaduras tales como la de la antigua URSS o Corea del Norte, que bien poco difieren de las apoyadas por EEUU en Centro y Sudamérica. ¿Pero qué es realmente el comunismo? ¿Realmente lo sabemos?

Podríamos responder que sí, sí sabemos lo que es, puesto que ya se ha dado o se da en muchos países (la ya mencionada URSS, China, Cuba, Angola, Albania, Corea, Vietnam...). Sin embargo, aunque la he escuchado en numerosas ocasiones, difiero de esta afirmación; actualmente, a día 19 de Agosto de 2011, aún no hemos sido testigos de una verdadera aplicación del comunismo sin desvirtuaciones, es decir, sin segundos intereses políticos o personales.

Y es que, en sí mismo, el comunismo es un sistema que unifica las oportunidades y derechos y garantiza un mínimo de vida digna para absolutamente todos los que se encuentren dentro de un país. Esto se consigue sacrificando una punta de desarrollo que sí explota en capitalismo en detrimento de, en numerosas situaciones, la vida de los más débiles o desfavorecidos. Realizando una metáfora, el comunismo sería un coche que circula por una carretera a noventa para no sufrir accidentes y  que se para cuando alguien de dentro lo necesita; por su parte, el capitalismo circularía a 130, llegaría antes a su destino pero de vez en cuando sufriría accidentes y los ocupantes que quisieran ir al servicio tendrían que, simplemente, aguantarse a llegar.

Hasta aquí todo bien, pero ¿verdaderamente es posible la aplicación de un sistema comunista no desvirtuado? Mi respuesta es resignadamente negativa. Sea porque tiene razón Rousseau y la sociedad nos hace mezquinos y avaros, o porque Hobbes está en lo cierto y el hombre es un lobo para el hombre ya de por sí, tenemos que para la aplicación de este comunismo sin ninguna desvirtuación deberíamos borrar de un plumazo todos los arrebatos egoístas que nos empujarían a querer tener más que nuestro vecino, a querer llegar más lejos que el de al lado. En algún momento alguien se quejaría de que ha trabajado más para obtener lo mismo (por favor... ¿es que eso no ocurre ahora?)

Y es que un correcto sistema comunista, dejando al lado todas las lastras soviéticas, premiaría el esfuerzo (y no dando medallitas, como hacían en Rusia), ocuparía a cada persona en la que fuera su mayor fortaleza y/o gusto, permitiría la libertad de expresión (en efecto, la democracia y el comunismo no tienen por qué ser enemigos).. etc. Y, sobre todo, no trataría de competir contra el capitalismo.

Sin embargo, tenemos que todos esos sentimientos y egoísmos están ahí, no pueden ser obviados, por lo que el comunismo debe ser, a día de hoy, una utopía con la que poder soñar antes de irse a dormir. Una utopía que, en el mundo en el que vivimos, no tiene cabida. No tiene cabida entre tanta corrupción, tantos intereses, tanta necesidad de acumular y derrochar y tantos espejismos y fantasmas.

Así que, como dice el nombre de la película,
Good bye, Lenin. 

2 comentarios:

  1. Interesante. Ya tenía ganas de conocer tu punto de vista íntimo sobre el comunismo.
    Precisamente esa es la crítica más ácida (y tristemente real) que se le hace. Que para poder funcionar, requiere la extinción de todo interés propio. Y ese interés reside en nuestra esencia natural.

    Aunque yo cambiaría de metáfora para expresar las diferencias entre la $ y la Hoz y el Martillo.

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  2. Jajaja,¿qué metáfora usarías tú?

    Y sí, nuestro sistema económico refleja lo que somos: un montón de individuos egoístas que siempre quieren más de lo que tienen.

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