Es bien sabido que cada cargo político, ya sea dentro del Gobierno Central, de las autonomías, de las delegaciones o de los ayuntamientos, requiere una serie de conocimientos para lograr el correcto funcionamiento de todo el sistema y conseguir una eficiente gestión. De esta manera, un experimentado agricultor no debería ejercer el puesto de ministro de Asuntos Exteriores o de Defensa, sino el de Agricultura, Pesca y Alimentación. No me refiero a tal restricción por la ausencia de nivel formativo, es decir, por no tener estudios estandarizados, sino por no tener relación su área de conocimiento con la tarea que desempeña. Y es que, de la misma forma, un juez no debería dedicarse al ministerio de Medio Ambiente, sino al de Justicia.
Investigando un poco sobre la cualificación de nuestros ministros he indagado y me he sorprendido al conocer que casi la totalidad de ell@s tienen como única cualificación la carrera de derecho, excepciones aparte como las de Cristina Garmendia, ministra de Ciencia e Innovación y doctorada en biología molecular, y Leire Pajín, ministra de Sanidad, Política social e Igualdad y licenciada en sociología (aunque creo que escuché hace algún tiempo que ni siquiera había terminado aún sus estudios). Más allá de esto encontramos como mujeres tales como Carme Chacó y Rosa Aguilar, ambas licenciadas en derecho, ocupan las carteras ministeriales de Defensa y Medio Ambiente, respectivamente. ¿Realmente nuestros ministros conocen la realidad de las materias sobre las que legislan?
Los cargos políticos, y es especial los de ministro por su mayor relevancia en el ámbito nacional, necesitan personas expertas en el campo que se vaya a tratar.
Por tanto:
<<Para ejercer cada cargo político deberán establecerse una serie de requisitos que establezcan una relación entre el área a tratar por el cargo y la experiencia/cualificación de la persona, requisitos que serán más elevados dependiendo del cargo. Los mayores estarán otorgados a los ministros del Gobierno Central y los más básicos para los concejales.>>
La naturaleza de tales requisitos está aún por determinar, ya que no se me ha ocurrido de momento un standart común para establecerlos.
Me cuesta creer que una perogrullada semejante, la que acabas de escribir, sea sentida como un rayo de maná sobre el panorama político nacional.
ResponderEliminar¿Qué te quiero decir con esto? Que el hecho de que algo tan obvio tenga que ser formulado en un blog de preuniversitario (aunque sea uno tan bueno como este -llámame pelota) da cuenta de lo enormemente perdido que está el Norte en la política española. Más que el Norte, se ha perdido la brújula entera. ¿No te asusta, en cierto modo, tener que abrir los ojos a la gente con cosas tan sencillas como esta? ¿No te haces una idea de lo cerrados que los tienen? A mi sí que me asusta... no es ya que estemos rodeados por críos; estamos rodeados por críos que no quieren aprender.
Bueno, el otro día hablando con mi padre sobre los problemas que sufre el campo hortofrutícola almeriense llegamos a la misma condición: el problema está en que estamos rodeados por personas sin conocimientos que se niegan a aprender. Ese es el problema, la negativa a la educación. En la esencia ése es el fallo de esta sociedad, si no fuera así otro gallo cantaría.
ResponderEliminarPuedes extrapolarlo a cualquier tema, que siempre llegarás al mismo problema, el fallo está en la educación desde su más básico inicio porque, en realidad, dicho fallo no está en los hijos, sino en los padres, que antes que padres realmente siguen siendo hijos sin ánimo de aprender ni cambiar. ¿Cómo puede un hijo enseñar a ser padre a otro hijo?
La pescadilla que se muerde la cola.
Y sí, te llamo pelota xD